A la pregunta: ¿cree usted de que si muere hoy, va a ir a vivir a la vida eterna con Dios? La respuesta frecuente es: No. Lo más es: No sé.
Pero esta respuesta se debe a que falta la siguiente explicación:
La vida eterna es un regalo. No se gana, ni se merece por nuestros propios méritos. Alguien nos da ese regalo, gratis, sin costo alguno de nuestra parte. Y como todo regalo lo único que se debe hacer es recibirlo.
La Biblia dice: Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor (Romanos 6:23).
Si es un regalo es gratuito. La salvación o la ida al cielo o a la vida eterna, después de nuestra vida terrenal es gratis.
La misma Biblia lo afirma: Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo (Efesios 2:8-9)
Muchas veces nos han enseñado a conseguir las cosas por méritos propios, y eso es correcto, porque nos ayuda a exigirnos en lo que deseamos alcanzar. Pero hay ciertas cosas que poseemos que sería imposible hacerlo por nuestra propia cuenta. Cómo escoger el lugar donde nacimos, la familia donde nacimos o las mismas circunstancias de nuestra vida, nuestra anatomía y la misma genética ha sido heredada.
Lo mismo sucede con nuestra salvación o la vida eterna.
Por eso, si alguien le pregunta: ¿cree usted de que si muere hoy, va a ir a vivir a la vida eterna con Dios? La respuesta es sí.
Y le pueden refutar: ¡Oh usted se cree muy santo, muy merecedor de la vida eterna!
La respuesta es: No me creo santo, ni merecedor, es que alguien me dio ese regalo.
¿Quiere usted saber quien me dio ese regalo?
Ya le voy a contestar, pero antes debo aclarar la siguiente pregunta:
¿Por qué nadie puede ganar la eternidad por su propio esfuerzo o sus propios méritos?